La primera noticia que se conoce sobre la existencia de estos fenómenos meteorológicos en el Nuevo Mundo fue en junio de 1494, precisamente cuando una “tormenta” sorprende a Cristóbal Colón en su segundo viaje en las inmediaciones de la que llamó Isla San Juan Evangelista, hoy Isla de la Juventud. Algunos historiadores indican que ese puede ser el motivo por lo que tuvo de guarecer sus naves y permanecer durante 12 días en la Ensenada de La Sigüanea en la que dio descanso a sus hombres y reparó las naves: La Cardera, San Juan y La Niña. Nunca el Almirante había permanecido tanto tiempo en ningún otro lugar del Nuevo Continente, si no por algo muy justificado y razonable.
Desde entonces; navegantes, cronistas e historiadores dejaron testimonios de la furia de estos malévolos fenómenos que no comprendían. Sin embargo, y para suerte de los estudiosos del tema, quedaron admirables relatos como los descritos por Gonzalo Fernández de Oviedo sobre el huracán que, procedente del mar Caribe, azotó la parte occidental de Pinar del Río a fines de octubre de 1519.
En su camino hacia la región, el meteoro atrapó una carabela española y la tiró por encima de los arrecifes y dejarla bien dentro de la costa. La ola que se tragó la nave y la transportó era mucho mayor que las otras, lo que corresponde con lo que hoy día los científicos denominan marea de tormenta o surgencia. Ésta consiste en una abrupta sobre elevación del nivel del mar en la costa cuando el centro del huracán penetra en la tierra.
Esta ola maldita puede extenderse hasta unos 180 kilómetro a la derecha de la trayectoria y es mayor, mientras más intenso sea el organismo tropical y más suave el perfil del fondo marino. La marea de tormenta ocasiona el mayor número de víctimas a nivel mundial. En el caso de Cuba, fue responsable de la mayor catástrofe natural de su historia, al alcanzar una altura de casi 7 metros en el poblado de Santa Cruz del Sur (Camagüey), el 9 de noviembre de 1932. El hecho causó más de 3.000 muertos.
No obstante, son escasos los reportes de perturbaciones ciclónicas que pasaban por la Isla de Cuba, desde su descubrimiento hasta las primeras décadas del siglo XVI. La historia de los ciclones en Cuba se remonta a la época de los indios taínos, cuando éstos llamaban Juracán al Dios de los Vientos y Espíritus.
Más tarde; durante los años de la colonia, los ciclones eran nombrados por el día del santo cuya festividad coincidiera con el paso del fenómeno, por ejemplo: el huracán de San Rafael, que azotó a La Habana el 24 de octubre de 1692; la tormenta de Santa Teresa del 15 de octubre de 1768; la tormenta de San Francisco de Asís, en octubre de 1844; el huracán de San Francisco de Borja en octubre de 1846 que castigó a La Habana los días 10 y 11 y las crónicas de la época hablan del hundimiento de cientos de embarcaciones en la bahía, de numerosas goletas encalladas en la costa, de la destrucción de gran cantidad de inmuebles y de cientos de personas desaparecidas. Los expertos opinan que la velocidad de sus vientos máximos sostenidos debió superar los 250 kilómetro por hora.
Con el paso de los años, los ciclones fueron identificados por la magnitud del desastre que ocasionaban. Tal es el caso del huracán del 19 de septiembre de 1919, que provocó la desaparición del vapor Valbanera en el estrecho de la Florida y quedó inscrito para siempre en la cronología de esos fenómenos con el nombre del barco.
También se les bautizaba por su tipo de trayectoria, como sucedió con el Huracán de los Cincos Días, en octubre de 1910, que al salir a la costa norte de Pinar del Río, giró al oeste, luego al sur, sureste, y de nuevo retornó al nordeste, lo que le hizo pasar dos veces por el mismo lugar. Éste era un huracán que efectuó una recurva en lazo, como le llaman los especialistas. Ocurre cuando el sistema tropical es bloqueado en su avance hacia el norte por centros de altas presiones bien estructuradas, lo que obliga al huracán a cruzar de nuevo por zonas ya azotadas apenas 24 ó 48 horas antes. Casos notables son, el huracán de octubre 4 de 1948, el del 9 de noviembre de 1932 en Santa Cruz del Sur y el más reciente el Michelle de noviembre de 2001.
La temporada ciclónica en el Atlántico Norte comienza el primero de junio y finaliza el treinta de noviembre, pero la etapa más activa ocurre entre el 15 de agosto y los últimos días de octubre.
Los ciclones tropicales se desarrollan sobre extensas superficies de agua cálida y pierden su fuerza cuando penetra en tierra.
Su área de formación varía a lo largo de la temporada. En junio, la mayoría de las tormentas se originan en el Golfo de México y el oeste del Caribe. En julio y agosto, las áreas de mayor frecuencia se expanden y trasladan hacia el este del Atlántico, mientras en septiembre se localizan sobre una extensa área que se extiende desde Las Bahamas hacía el sudeste hasta las Antillas Menores y hacía el este, hasta la proximidad de las islas Cabo Verde, cerca de la costa occidental africana, se mueven de este a oeste, siempre tratando de subir en latitud. En octubre y noviembre, las áreas de formación regresan al oeste del Caribe y el Golfo de México, con trayectoria norte y son los más peligrosos para la parte occidental de Cuba.
La naturaleza de los ciclones tropicales del Atlántico en los meses de junio, octubre y noviembre se asocia con la presencia de hondonadas casi estacionarias sobre el sudeste del Golfo de México y el Caribe Occidental, las cuales interactúan con fenómenos de latitudes tropicales. Desde julio hasta septiembre, se produce sobre el área oceánica, donde los sistemas en su mayoría se deben a las ondas tropicales que salen de África.
Los ciclones tropicales presentan movimientos característicos durante los distintos meses, ocasionados por el flujo de aire imperante en cada uno de ellos. En junio el rumbo es hacía el primer y cuarto cuadrante, con desplazamientos lentos que ocurren sobre el noroeste del Caribe y el sudeste del Golfo de México. No son muchos, pero algunos afectan al occidente de Cuba. En julio, su movimiento está regido por el anticiclón subtropical Azores-Bermudas. Es el mes estadísticamente de menor peligro para Cuba. En agosto, sus trayectorias a lo largo de la periferia del anticiclón subtropical y algunos organismos presentan una componente oeste más marcada en el desplazamiento, penetrando hasta el Mar Caribe. En septiembre, el movimiento es similar al mes de agosto, pero el mínimo en la velocidad de traslación se produce algo más al sur. En octubre, la dirección del movimiento tiende hacia el noroeste en su mitad oriental, mientras que en la occidental la traslación se extiende hacia el norte-nordeste, siendo los más peligrosos para Cuba. En noviembre, el desplazamiento no presenta una dirección predominante que defina su movimiento, pero existe una pequeña tendencia hacia el norte-nordeste.
Los huracanes poseen una extensa zona de influencia, cuyo diámetro puede ser superior a los 600 kilómetro y, en algunos casos notables, las áreas de lluvias torrenciales sobrepasan esa distancia, con acumulados de hasta 500 milímetro en 24 horas y las fuerzas de los vientos hacen del elemento un peligro por donde pasa.
Los científicos estiman que un huracán puede generar energía a razón de 50 a 200 trillones de vatios al día, aproximadamente la cantidad de energía liberada por la explosión de una bomba nuclear de 10 megatones cada 20 minutos, 70 veces la energía consumida por los humanos en todo el mundo o 200 veces la capacidad de producción de energía eléctrica de todo el mundo. De ahí que destruirlos ó modificarlos es algo fuera de las posibilidades tecnológicas actuales.
Cada sistema se clasifica de acuerdo a la intensidad de los vientos sostenidos. Se les llama depresión tropical cuando los vientos máximos sostenidos llegan hasta los 62 kilómetro por hora; tormenta tropical si alcanza entre los 63 y los 117 kilómetro por hora y huracán cuando superan los 118 kilómetro por hora. Para el caso de los huracanes existe una escala puesta en vigor en la década de los años 1970, denominada Saffir-Simpson, que los divide en cinco categorías: categoría 1, es la de vientos máximos sostenidos entre los 118 y 153 kilómetro por hora; categoría 2, de 154 a 177; categoría 3, de 178 a 209; categoría 4, de 210 a 250; y categoría 4, si son superiores a los 250 kilómetro por hora. Todos ellos generan ráfagas por encima de sus vientos sostenidos.
Es interesante saber que, esta escala Saffir-Simpson es cuadrática, un huracán categoría 2 no es dos veces más destructor que uno de categoría 1, sino 4 veces; un categoría 3 no es tres veces más destructor que un categoría 1, sino 9 veces y un devastador categoría 5, los que por suerte son muy pocos, resulta ser 25 veces más destructor que un categoría 1.
La ciencia conoce bien sus mecanismos de formación y desarrollo, pero crean verdaderos problemas a los especialistas al manifestar los pronósticos de trayectorias de estos fenómenos, si se mueven por los mares al sur de Cuba. Calcular cuando van a realizar la recurva es, sin duda, el momento de mayor tensión.
La recurva se define como el cambio que suelen describir los huracanes en su trayectoria hacia el oeste por un rumbo más al norte y luego al nordeste. Este movimiento depende de las direcciones y velocidades de las corrientes de aire en la atmósfera, según las posiciones relativas de los centros de alta y baja presión, hondonadas, ondas superiores y sus múltiples interacciones, aunque no siempre existan las condiciones favorables para su ocurrencia. Los científicos plantean que, en las regiones cercanas al Ecuador, los ciclones se mueven aproximadamente de este a oeste y según avanzan, toman de manera gradual un rumbo al norte para recurvar en dirección este, describiendo una gran parábola más o menos abierta.
La complejidad en el pronóstico de la recurva está dada no sólo por la cantidad de factores que influyen, sino también porque el cambio progresivo en la dirección de la trayectoria puede llevar al huracán en poco tiempo, a puntos muy distantes de lo estimados inicialmente, con sus nefastas consecuencias.
Esto implica la importancia de prevenir la recurva con la mayor exactitud posible, a fin de trasladar las medidas de protección hacia otras zonas que hasta el momento no se mantenían bajo peligro en la ruta del meteoro. Las trampas de los huracanes van más allá de los cambios radicales en su trayectoria.
El huracán o ciclón tropical plenamente desarrollado presenta una estructura, en la cual hay varias partes: el ojo, la pared del ojo, el nublado denso central (CDO) y las bandas espirales. La depresión tropical no presenta ojo, aunque si las otras características menos desarrolladas.
El paso del llamado ojo o centro suele sorprender y causar importantes estragos debido al desconocimiento de sus características. Normalmente es un área de buen tiempo, donde se registran vientos muy débiles, que por lo general no exceden los 24 km/h. El ojo del huracán puede tener un diámetro que oscila entre los 15 y los 60 kilómetro como promedio y se distingue porque el aire queda en calma y las nubes de tormenta son sustituidas por un cielo azul, que hace presumir el alejamiento definitivo del meteoro.
Sin embargo, la llegada de esta aparente calma, tras varias horas de intensas lluvias y fuerte viento, ha dejado a lo largo de la historia una verdadera estela de víctimas fatales y daños materiales, sobre todo, cuando las personas curiosas deciden violar las medidas de seguridad y salir a la calle para observar los estragos del ciclón.
La duración de la calma depende de la velocidad de traslación del fenómeno y el tamaño del ojo; pues pronto volverán a sentirse los vientos huracanados con igual o mayor fuerza, pero en sentido contrario a la dirección en que soplaban, y la lluvia arreciará hasta hacerse de nuevo en extremo intensa.
Al crearse la Organización Meteorológica Mundial en 1951, se adopta el acuerdo de llamarlos por una lista en orden alfabético, al principio se emplearon nombres de mujeres, pero las protestas de los movimientos feministas hicieron que a partir de 1978 fueron incluidos también los masculinos en los idiomas inglés, francés y español, que se repiten cada seis años. Solo se excluyen de volver a utilizarse los nombres de aquellos huracanes famosos por su estela de víctimas y daños materiales ocasionados.
A partir del descubrimiento del telégrafo por cable en el siglo XIX, y después del inalámbrico a principio del siglo XX, los meteorólogos comenzaron a obtener por medio de los barcos que navegaban cerca de la perturbación, y de los lugares donde tocaba tierra el ciclón, información más rápida de los vientos, presión y trayectoria para hacer sus pronósticos.
Luego al desarrollarse la aviación, la información era aún más precisa, y con la puesta en órbita de los satélites en los años 1960, por medio de fotos se pudo definir con mayor exactitud. Actualmente, la cooperación de varios países, utilizando satélites, aviones, radares y computadoras, la técnica desarrollada puede precisar en un 100% la trayectoria de estas perturbaciones atmosféricas, y la predicción de su futura dirección e intensidad en un 90%.
Antes de 1959, solo la Cruz Roja, Bomberos y la Policía actuaban en acciones de salvamento. En octubre de 1963, el ciclón Flora dejó 1.200 muertos en el oriente de Cuba. Después de este desastre, las autoridades del país comenzaron a diseñar una estrategia para enfrentar estos fenómenos atmosféricos. En julio de 1966 se creó el sistema de Defensa Civil, que contaba con consejos similares en las provincias y regiones del país, capaz de proteger eficientemente la vida con suficiente antelación mediante un desarrollado sistema de pronósticos y avisos a la población, que contribuyen a fomentar una cultura dirigida a aminorar los daños ante situaciones climáticas peligrosas.
Precisamente, hay instalado un radar meteorológico en Punta del Este, de los ocho que existen en el país. Son equipos automatizados con la tecnología más avanzadas en esa materia.
Dada la ubicación geográfica de la Isla de la Juventud, es el segundo lugar de Cuba, donde más ha sentido el paso de los ciclones tropicales que entran o forman en el Mar Caribe, después de Pinar del Río y la primera en relación a su superficie.
España nunca le prestó atención a la Isla, fue olvidada durante cuatro siglos, no así por los piratas y corsarios que la convirtieron en refugio de sus fechorías, éstos si conocían de ellos, desde entonces ya se hablaba de huracanes en la Isla, pero oficialmente no había información, ni referencias algunas sobre las incidencias del paso de ellos.
Siglo XIX
El siglo XIX fue prolífero por la abundancia de ciclones. Hay conocimiento de 27 ciclones que afectaron a la Isla, pero no existe estimado confiable, aunque algunos especialistas señalan que podrían ser 37, los cuales predominaron en el mes de octubre. Los primeros años de este siglo no todos fueron registrados, hay décadas que no reflejan el paso de ningún huracán. El paso de dos ciclones tropicales se repitió durantes los años 1830, 1870 y 1873. Todos ellos ocasionaron grandes daños en la agricultura, viviendas, las pequeñas industrias de la época, así como en los pocos edificios públicos de entonces.
– Se tienen solo noticias de, que en los años 1796 y 1800 del paso de dos ciclones en cada uno de esos años, pero en 1810 fueron cuatro los que penetraron en territorio pinero, uno de ellos se le denominó Tormenta Salada.
– En este siglo XIX, el teniente coronel Clemente Delgado y España, jefe de la Colonia Reina Amalia, refiere en un informe al Gobernador de Cuba, el paso de los ciclones de 1830, cuando ya habían construido las primeras edificaciones, las que arrasó en su totalidad, poco antes de la fundación de Nueva Gerona.
– El más destructivo de este siglo fue el ciclón de 1840, que destruyó el Hospital Militar, la construcción más sólida existente de entonces, la tormenta de octubre de 1844, denominada San Francisco de Asís, considerado como uno de los más peligroso, azotó fuertemente a la Isla y dos días después ocasionó grandes destrozos en La Habana y el de 1846 acabó de destruir lo que había dejado en pie los anteriores ciclones.
– 20 de agosto de 1851, el huracán de categoría 1, no pasó sobre la Isla, pero hubo una fuerte tormenta tropical que, ocasionó graves e innumerables daños por sus fuertes lluvia.
– Octubre de 1865, categoría 2, pasó sobre la Isla.
– Octubre de 1870, categoría 2, pasó al oeste de la Isla.
– Octubre de 1876, categoría 2, pasó entre Cayo Largo y la Isla.
– Octubre de 1878, categoría 1, pasó entre Cayo Largo y la Isla.
– 14 de octubre de 1879, fuerte tormenta tropical sobre la Isla.
– Septiembre de 1882, categoría 1, pasó al norte de la Isla.
– Octubre de 1882, categoría 3, pasó por el oeste de la Isla.
– 29 de junio de 1886, categoría 1, entre Cayo Largo y la Isla.
– 13 de octubre de 1887, categoría 1, pasó sobre la Isla.
– 5 de octubre de 1889, tormenta sobre Cayo Largo.
– 28 de mayo de 1890, fuerte tormenta tropical al oeste de la Isla.
– 9 de junio de 1892, tormenta por el oeste de la Isla.
– 5 de julio de 1896, tormenta tropical al nordeste de la Isla.
– 10 de octubre de 1898, tormenta tropical pasó por Punta del Este.
– 22 de octubre de 1898, tormenta tropical pasó por el oeste de la Isla.
Siglo XX
Durante el siglo XX, solo aparece referencias del paso de dos ciclones en el año en 1909,1915, 1947, 1948, 1950, 1953, 1972 y 1985; pero hay referencias que en este siglo habían afectado el territorio pinero 38 de estos fenómenos meteorológicos. Los más intensos fueron los de 1910, 1926 y 1944, por los grandes destrozos que ocasionaron.
– Tormenta tropical sin nombre, 13 de junio de 1902, tormenta tropical pasó por el oeste de la Isla.
– Huracán sin nombre, categoría 3-4, 18 de octubre de 1906, categoría 3-4, pasó sobre la Isla.
– Huracán sin nombre, categoría 1, 24 de agosto de 1909, pasó al sur de la Isla, en trayectoria este-oeste.
– Huracán sin nombre, categoría 1, 17 de septiembre de 1909, pasó al suroeste de la Isla.
– “Huracán de los 5 días” 15 de octubre de 1910, categoría 1-2-3-4. Pasó al oeste de la Isla, azotándola peligrosamente.
– “Huracán Galveston”, categoría 3, 14 de agosto de 1915, pasó por el sudoeste de la Isla.
– Huracán sin nombre, categoría 1, 3 de septiembre de 1915, pasó al oeste de la Isla.
– “Huracán de Nueva Gerona”, categoría 4, 15 de septiembre de 1917, pasó por el nordeste de la Isla. Uno de los más destructores.
– Huracán sin nombre, categoría 3, 25 de septiembre de 1917, pasó al oeste de la Isla.
– Tormenta tropical sin nombre, 14 de octubre de 1922, al este de la isla.
– “Ciclón del 26”, categoría 3-4, 20 de octubre de 1926, sobre la Isla inició la recurva que lo llevó a la provincia de La Habana.
Existen muchas historias sobre el destructivo huracán del 20 de octubre de 1926, sobresale por ser el más devastador de todo. Los primeros partes de los observatorios Nacional y Belén, alertaron sobre las primeras señales de la perturbación ciclónica, las que se manifestaron el 17 de octubre a unas 100 millas de la costa oriental de Nicaragua. Desde un principio el avance del ciclón se tomó muy en serio y muy pronto se convirtió en una verdadera amenaza para Isla de Pinos y la provincia de La Habana al conocerse, el 18 de octubre por la tarde se había convertido en un poderoso huracán. De acuerdo con un análisis, resultado de los instrumentos de la época, se daba una idea de la trayectoria y que el “ojo” pasaría por la provincia de La Habana, como efectivamente sucedió.
Por datos oficiales se conoce que la fuerza del viento no pudo ser medida, ya que todos los equipos contadores con que se disponían fueron destruidos por las ráfagas de los vientos. Sin embargo, en el Observatorio de Belén la máxima registrada fue de 103 millas por hora, antes de ser destruidos los anemómetros.
Entró en horas de la madrugada por el sur de la Isla, pasando el centro de su vértice por encima de Nueva Gerona y entró poco después en la provincia de La Habana por Surgidero de Batabanó, pasó por Melena del Sur, siguiendo su marcha destructiva por Quivicán, Managua, Santa María del Rosario… hasta que, finalmente salió por la costa norte, cerca de Bacuranao.
El ciclón del 26, como muchos le siguen llamando, fue uno de los huracanes más destructivos que han azotado a la isla de Cuba. Arremetió contra la Isla de Pinos y La Habana con vientos máximos de 250 kilómetro por hora, dejando un trágico saldo de 650 muertos y más de 100 millones de pesos en daños de materiales. En la Isla ocasionó 15 muertos, arrasó con la agricultura, derribó viviendas, edificaciones públicas, hoteles, iglesias y otras instalaciones industriales del momento. El río Las Casas salió de su cauce y llegaron sus aguas hasta la calle 35, trasladando varias embarcaciones atracadas en puertos y ubicarlas en dicho lugar.
– Tormenta tropical sin nombre, 16 de noviembre de 1926, pasó por el noroeste de la Isla.
– Tormenta tropical sin nombre, 5 de septiembre de 1930, pasó al norte de Los Canarreos.
– Huracán sin nombre, categoría 2, 4 de octubre de 1933, pasó por el este de Los Canarreos.
– Huracán sin nombre, categoría 3-4, 18 de octubre de 1944. Su centro cruzó La Sigüanea y atravesó de sur a norte la Isla. Este huracán y el de 1926 ocasionaron grandes y graves daños. No ocasionó tantos muertos, como el de 1926, pero derribó muchas edificaciones y ocasionó grandes destrozos en la agricultura.
– Tormenta tropical sin nombre, 22 de septiembre de 1947, pasó sobre la Isla.
– Tormenta tropical sin nombre, 11 de noviembre de 1947, pasó al oeste de la Isla.
– Huracán sin nombre, categoría 1, 20 de septiembre de 1948, pasó al este de Los Canarreos.
– Huracán sin nombre, categoría 3, 5 de octubre de 1948, pasó al oeste de la Isla.
– Baker, tormenta tropical, 26 de agosto de 1950, sobre la Isla.
– Easy, categoría 1, septiembre de 1950, pasó al este de la isla.
– Iem, categoría 1, octubre de 1951, pasó al oeste de la Isla.
– Alice, tormenta tropical, 31 de mayo de 1953, pasó al oeste de la Isla.
– Tormenta tropical sin nombre, 29 de agosto de 1953, se formó en el archipiélago de Los Canarreos y atravesó la Isla.
– Ella, tormenta tropical, septiembre de 1958, pasó por el norte de la Isla.
– Florence, tormenta tropical, 22 de septiembre de 1960. Entró desde Pinar del Río, hizo un lazo desplazándose al nordeste de la Isla y subió al norte por la misma provincia.
– Alma, categoría 2, 8 de junio de 1966, pasó sobre la isla. El primer ciclón tropical con nombre que pasó sobre la isla, tenía nombre de mujer. Ocasionó graves daños en toda la economía del territorio.
– Gladys, categoría 1, 16 de octubre de 1968, pasó al oeste de la Isla.
– Camille, categoría 3, 14 de agosto de 1969, pasó al oeste de la Isla, sin dejar grandes daños.
– Agnes, categoría 1, 17 de junio de 1972, pasó lejos del occidente de la Isla, pero ocasionó inundaciones por sus fuertes precipitaciones.
– Laura, categoría 3, 17 de noviembre de 1972, pasó sobre la Isla. Se evacuaron más de 3 mil personas.
– Frederic, tormenta tropical, 9 de septiembre de 1979, pasó sobre el norte de la Isla.
– Allen, categoría 4, 6 de agosto de 1980, cruzó a 100 kms. del sur de la Isla, dejando grandes inundaciones y fuertes vientos. Es uno de los dos huracanes del Atlántico más fuerte de este siglo, después del huracán Camille en 1969. Se convirtió en categoría 5 con vientos máximos sostenidos de 305 km/h. en 3 ocasiones distintas, y pasó más tiempo en l categoría 5 que cualquier otro huracán en el Atlántico.
– Elena, tormenta tropical, 28 de agosto de 1985, al este de Los Canarreos.
– Kate, categoría 1, 19 de noviembre de 1985, pasó al este de Los Canarreos.
– Gilbert, categoría 4, 13 de septiembre de 1988, pasó a 100 kms. del sur de la Isla. Dejó abundantes lluvias y penetraciones de mar. Pasó a la historia como el huracán del siglo.
– Fabian, octubre de 1991, tormenta tropical al este de la isla.
– Lily, categoría 2, 17 de octubre de 1996, cruzó sobre el este de la Isla, entre Punta del Este y Cayo Largo del Sur, causando importantes daños económicos.
– Irene, categoría 2, 13 de octubre de 1999, atravesó de sur a norte la Isla, ocasionado grandes daños materiales.
Siglo XXI
En este siglo, han sido 12 de estos fenómenos que han afectado a la Isla, hasta el año 2012. Son:
– Michelle, categoría 4, 4 de noviembre de 2001, pasó muy cerca de la costa este de la Isla, pero afectó duramente en todo el archipiélago de Los Canarreos, sobre todo Cayo Largo del Sur, dañando la infraestructura hotelera, afectó 538 viviendas, el servicio eléctrico y telecomunicaciones, otras instalaciones sociales y económicas del territorio, como los cultivos de plátanos y 20.000 toneladas de cítricos. No hubo pérdidas de vida humana, pero si algunos heridos.
– Lili, categoría 2, 1 de septiembre de 2002, sobre el sur de la Isla.
– Isidore, categoría 2, 19 de septiembre de 2001, (11 días después del Lili), pasó al sur de la Isla, afectó gran parte de la economía del territorio.
– Charley, categoría 2, 12 de agosto de 2004, pasó a 35 kms. de Punta del Este, afectando la agricultura y otros servicios.
– Iván, categoría 5, 13 de septiembre de 2004, pasó distante del oeste de la Isla, pero causó grandes inundaciones por la magnitud de sus vientos que provocó enormes oleajes en el litoral, sumado a las fuertes lluvias, provocando viviendas destruidas, postes eléctricos derrumbados y daños a la agricultura.
– Wilma, categoría 2, 22 de octubre de 2005, pasó lejos de la costa occidental de la Isla, pero provocó grandes inundaciones.
– Fay, tormenta tropical, agosto de 2008, pasó al oeste de Los Canarreos con fuertes lluvias.
– Gustav, categoría 4, 30 de agosto de 2008. Reseñamos la trayectoria íntegra del huracán más dañino de la historia para la Isla de la Juventud.
Se desarrolla en el Océano Atlántico en la cuarta semana de agosto. Se movió con dirección oeste hacia el Mar Caribe donde encontró condiciones favorables para su desarrollo y se convirtió en una depresión tropical en la mañana del 25 de agosto, al oeste de las Islas de Barlovento. Se convierte en la tarde de ese mismo día en tormenta tropical.
En las primeras horas del 26 de agosto, Gustav se convirtió en huracán, pasando por el suroeste de Haití, se debilita y convierte en una tormenta tropical la tarde del 28 debido a la interacción con tierra y azota Jamaica ese mismo día. El 29 se intensificó en categoría 3 y 4, alcanzando vientos de hasta 240km/h.
Pasado el mediodía del sábado, 5:30 de la tarde, 30 de agosto de 2008, el huracán Gustav con categoría 4 y vientos de 230 kilómetros por hora, cayó con toda su fuerza sobre Isla de la Juventud, destruyendo todo lo que encontraba a su paso.
La Isla quedó prácticamente desolada. Recibió el efecto combinado de los fuertes vientos, lluvias fuertes y penetración del mar por el río Las Casas en la ciudad de Nueva Gerona al desbordar ambas orillas, ocasionado grandes inundaciones en las viviendas próximas y cuando el mar se retiró, se llevó consigo todo lo que encontró a su paso. Los moradores cercanos a las márgenes del río abandonaron sus hogares para buscar refugio en zonas altas, ya que el agua subió hasta casi la altura del techo de sus viviendas. Suerte que el paso del huracán fuera durante el día, otro resultado más drástico hubiese sido que pasara durante la noche, cuando la ciudadanía descansara en sus casas y obstaculizara la obscuridad intensa de la noche la salvaguarda de sus vidas y útiles más preciso, no obstante muchos lo perdieron todo.
Los especialistas del Centro de Pronóstico afirmaron que la fuerza de los vientos generó trenes de olas de cuatro metros de altura o más en la costa sur. Ejemplo de la intensidad de los vientos, resulta que una embarcación de carga, conocida como patera, fue arrastrada por la marejada hasta las calles de Nueva Gerona, arrastró equipos de transporte, hizo volar tanques de agua, arrancó árboles, destrozó paredes, torció vigas de hierro, derribó dos torres de luces del estadio de béisbol, etc.
Informes del Instituto Cubano de Meteorología indican que el área afectada por Gustav tenía un diámetro de 520 kilómetros. Su ojo de 60 kilómetros de diámetro abarcó casi la totalidad de la superficie de la Isla y tardó una hora aproximada en pasar.
Se ha calculado que el 67 por ciento del territorio de la Isla de la juventud ha sido severamente afectado. Ha sido el huracán que más daño económico ha causado en toda la historia de la Isla, debido al desarrollo de nuevas infraestructuras creadas en estos últimos años. Los efectos del fuerte viento, las lluvias y las penetraciones del mar, ocasionaron innumerables daños y afectaciones.
El 99.6 % de las líneas de subtrasmisión, el 87,2 % de las líneas de distribución primaria y el 40 % de las líneas de distribución sufrieron serias afectaciones. Derrumbe de 3 Estaciones de Bombeo de agua y Afectaciones constructivas en 5 Embalses del territorio. Afectaciones en instalaciones vitales del aeropuerto y el puerto de Nueva Gerona. Afectados más de 100 medios de transporte, incluidos 12 navíos entre patanas y remolcadores. El servicio de telefonía fija se afecto en más de un 80 % y el servicio de transmisión de datos en más de 90 %. Derribadas 3 torres de radio difusión y de televisión. Afectadas 14 panaderías, 41 bodegas, 21 cafeterías, las fábricas de conservas, de fideos, de galletas, de refresco, de hielo y el Combinado Cárnico, 62 mercados y cafeterías. Dañadas más de 10 mil hectáreas de cultivos: 1697 de viandas, hortalizas y granos y 665 de plantaciones permanentes, las 3 ha de cultivos semi protegidos, con las casas de cultivo, 688 de cítrico, mas de 7050 de forestales. Se afectaron 56 naves avícolas, con 81850 aves perdidas, afectaciones de 18 vaquerías y 37 instalaciones porcinas con más de 835 muertes de cabezas de ganado. Se afectaron un total de 18805 Viviendas, 78.3 % del total de las radicadas en el territorio, Instituciones de Salud Pública, los 99 centros educacionales del territorio, instalaciones deportivas, culturales, recreativas y hoteleras, almacenes con mercancías, talleres, equipos de transportación, construcción, agrícola y riego, derribó unos 600 postes del tendido eléctrico, torres de electricidad y comunicaciones, árboles arrancados, roturas de calles y viales, luminarias y más de 100 transformadores, etc.
También dañó de gran manera los ecosistemas locales, sus vientos huracanados arrasó con la vegetación autóctona, plantas endémicas como la palma barrigona, bosques de pinos y otras coníferas, el Jardín Botánico de la Jungla de Jones, más de cuatro mil nidos de cotorra desaparecidos, Se evacuaron unas 10.698 personas y 1.202 turistas fueron transportados hacía Ciudad de La Habana y Varadero durante el paso de Gustav. Se orientó a la población tomar medidas de seguridad, hervir y acopiar agua, permanecer dentro de sus hogares hasta tanto no se decretara la fase de recuperación. Las medidas de prevención evitaron pérdidas humanas, pero más de 40 personas sufrieron lesiones.
Posteriormente entra por Los Palacios (Pinar del Río), causando daños catastróficos. Gustav emergió al Golfo de México y se debilitó ligeramente a categoría 2, pero aún como huracán peligroso toca tierra en la costa de Lousiana la mañana del 1 de septiembre. Gustav dobró 86 vidas en su paso por el Caribe.
– Ike, categoría 4-3-2, 7 de septiembre de 2008 (ocho días después del Gustav), pasó por el norte de Los Canarreos, causando grandes inundaciones y acabó destrozando lo poco que dejó en pie el Gustav.
Fue el quinto huracán y la novena tormenta tropical de la temporada de 2008. A finales de agosto se desarrolla frente a las costas de África y la tormenta se desarrolla lentamente el 1 de septiembre en una tormenta tropical al oeste de Islas de Cabo Verde. Alcanza la categoría de huracán al avanzar sobre el Atlántico y en la mañana de 4, Ike era un huracán de categoría 4 con vientos de hasta 230 km/h. El diámetro de sus vientos fueron de 550 millas. Lo que lo convirtió en el peor de los huracanes de 2008, después de Gustav.
Ike tocó tierra en Punta Lucrecia (Holguín) el 7 de septiembre con vientos sostenidos de 160Km/h. Causó grandes inundaciones por sus fuertes lluvias y penetraciones de mar en diferentes partes de Cuba, acabando con lo poco que dejó en pie Gustav, dejando un saldo de siete fallecidos. Cruzó el extremo oeste de la Isla en la provincia de Pinar del Río, cerca del mismo rumbo que tomó el Gustav diez días anteriores. Se degradó a categoría 1 cuando cruzó la isla de Cuba.
– Paloma, categoría 3, 8 de noviembre de 2010, pasa al nordeste de Los Canarreos dejando grandes inundaciones por sus fuertes lluvias. El 22 de abril de 2009, la Organización Meteorológica Mundial retiró oficialmente los nombres de Gustav, Ike y Paloma.
– Nicole, tormenta tropical, 28 de septiembre de 2010, pasó al oeste de Los Canarreos.
– Beryl, tormenta tropical, 27 de mayo de 2012, pasó al este de la Isla con fuertes lluvias.
Exponemos las trayectorias de algunos de los huracanes que más han afectado a la Isla de la Juventud desde el Siglo XIX al XXI (hay otros que nos ha sido imposible localizarlos):
HURACÁN GUSTAV
HURACÁN IKE