Poblado de Cocodrilo

(Antiguo Jacksonville)

Cocodrilo antes llamado Jacksonville, es un poblado cubano de pasado inglés, que se encuentra al sur de la Isla de la Juventud, situado en la Caleta de Cocodrilo, entre Caleta del Infierno y Caleta Grande, a unos 100 kilómetros de Nueva Gerona.

 

La historia cuenta que allá en el año 1902, un joven pescador procedente de las Islas Caimán, William Atkin Jackson, llegó a la costa meridional de la entonces Isla de Pinos, después de haber visitado el lugar en varias ocasiones. Allí decidió construir su primera vivienda y crear su familia. Su ejemplo fue seguido por otros coterráneos atraídos por las historias y comentarios de la familia Jackson, acerca del lugar sobre la abundancia de peces y quelonios en esta zona.

 

Seguidamente estos primeros pobladores de estaturas bastante alta para el cubano medio decidieron fundar un pequeño poblado, en mayo de 1904 y llamarle Jacksonville, en honor al apellido del primer colono, quién junto a su hijo Modril fueron los pioneros de esta iniciativa, donde ellos eran queridos y respetados por el resto de los habitantes del lugar. Modril al fallecer con 90 años en 1985, aún vivía en aquel hermoso lugar.

 

Las viviendas las construían a la usanza de las construcciones inglesas efectuadas en su país de origen: paredes y pisos de madera sobre pilotes a dos pies del suelo, techos cubiertos de zinc inclinados a dos aguas, puertas y ventanas grandes para mantener frescas y claras las habitaciones. Actualmente quedan algunas viviendas de la época y la antigua iglesia luterana.

 

El crecimiento del poblado fue constante durante los primeros 25 años del siglo XX. Este asentamiento de pescadores, el más importante de la Isla de Pinos, no solo lo constituían emigrantes caimaneros, si no también por algunos jamaicanos, dado la situación precaria en que vivían en sus islas dominadas en aquel entonces por Inglaterra. Llegaron solos o con sus familias, trayendo en sus espíritus enraizados sus experiencias, habilidades y tradiciones, dispuestos a levantar una nueva vida.

 

Se dedicaban principalmente a la pesca, la caza, algo de agricultura, elaboraban carbón, corte de madera y practicaban el comercio de rescate remanente de la época de la piratería que dominaba en estos lugares.

 

Ellos trajeron sus costumbres de vida, lengua, religión, historia, cocina, trabajo, historia y folclore. Se destacan por ser muy trabajadores, responsables, honestos y alegres.

 

En cuanto a su cultura se la transmitieron a sus hijos y nietos. Hoy forma parte en mucha de las familias pineras. En cuanto a sus sentimientos religiosos, profesaban fundamentalmente el protestantismo. Según la tradición oral, alrededor del año 1907, el Sínodo de Missouri envía un misionero a establecer contacto con la comunidad de Jacksonville, ésta la recibe con satisfacción y el pastor inicia su labor evangélica. Se convierte en maestro, consejero, amigo. Las primeras clases se dieron en la casa del pastor y los primeros cultos se realizaron en una especie de albergue.

 

Los niños pudieron contar con una escuela construida por sus mismos habitantes, era en la misma iglesia luterana. Las clases eran impartidas en inglés por los mismos pastores luteranos, que funcionó hasta 1959. Se estudiaba hasta el 8vo. grado. El bilingüismo estaba siempre presente, los mayores del lugar hablaban en inglés con sus hijos y nietos, a su vez en español con los más pequeños.

 

El clérigo luterano que oficiaba y atendía a la feligresía de Isla de Pinos, se trasladaba después de dar culto en la capital municipal a Jacksonville en una avioneta pilotada por el pinero Cosme Salas, actividad que se comportó de esta manera hasta el mismo año 1959.

 

Sus pobladores hacían sus fiestas, fundamentalmente familiares, los músicos eran del lugar y utilizan: guitarra, tres, guayo, machete, bongó, violín, filarmónica, acordeón, drun, marímbula, maracas, cucharas, botella, etc.; interpretando variados géneros bailables traídos de sus islas, como el blue ,calipso, charleston, jazz, fox trot, polka, swing, vals, round dance, y otros.

 

Sus días festivo más importante eran el 24 y 25 de diciembre, el 1º de enero, y los días de Semana Santa; fechas éstas, donde toda la comunidad se reunía en un buen almuerzo con carnes, dulces y otros platos típicos de su país. No podían faltar las peleas de gallos. Las fiestas de los caimaneros eran maravillosas, en ellas se expresaban vida y alegría, llenas de coloridos, bajo el ritmo de la música caribeña.

 

Una de sus costumbres más interesantes traídas y que hoy forma parte de la identidad del pinero, fue su cultura culinaria. El coco está siempre presente en muchas de sus comidas en carnes y pescados, adobadas y muy elaboradas. Es un producto fundamental en la cocina Caimanera. Los dulces han sido parte importante de su tradición, son variados y de gran exquisitez. Ellos trajeron el árbol de fruta de pan.

 

Este poblado se mantuvo totalmente aislado por más de 50 años, con respecto al resto de la geografía pinera. Sus pobladores, por necesidades perentorias de enfermos y otras causas, con el paso del tiempo abrieron un camino (sendero o trillo) de unos 60 km de longitud, entre las malezas de la Ciénaga de Lanier y del monte, hasta llegar a Cayo Piedra, para después recorrer otros 20 km más y llegar al poblado de Santa Fe. Algunos preferían utilizar el mar, y navegar a lo largo de la costa hacia el occidente, bordear el litoral y llegar a Nueva Gerona.

 

La entrada del ciclón de 1926 y la destrucción de las plantaciones de cocos sembrados por ellos, por una enfermedad les afectó grandemente. Tanto fue así que detuvo el crecimiento poblacional; incluso, muchos de ellos regresaron a sus islas. No obstante, los que quedaron lograron integrarse con el tiempo, a la población pinera. Después de 1959, muchos de ellos contrajeron matrimonios con cubanos y con personas de otras nacionalidades radicadas en la Isla.

 

En el año 1950, de los 94 habitantes del lugar, 74 procedían de las Islas Caimán.

 

Este asentamiento poblacional ha recibido grandes mejoras a partir de 1960, no solo para preservar la cultura y el medio ambiente de la zona. Sigue siendo la única comunidad humana en el sur. Está ubicado a lo largo de la carretera. Es un área protegida, un sitio Ramsar, humedal de importancia internacional y área protegida de recursos manejados.

 

La situación geográfica de esta área y sus características naturales contribuyen a formar un sitio de gran belleza paisajística que combina su vegetación variada con su fauna acompañante; costa acantilada que permite preciosas vistas al mar, que en este lugar adquiere tonalidades azules de gran atractivo.

 

Sus aproximados 400 habitantes viven de la pesca, la agricultura, producción de carbón, actividad forestal y al cuidado de la flora y fauna en áreas aledañas y el bosque. El acceso al pueblo se realiza fundamentalmente por tierra, aunque también puede lograrse por la cooperativa pesquera, a través de un muelle con condiciones mínimas por donde arriban las embarcaciones.

 

Su carretera, la mayor parte atraviesa una zona con alto grado de conservación y grandes valores de la fauna y de la flora, se inserta dentro de una zona protegida. Con frecuencia, la carretera es cruzada por venados, iguanas, cerdos, jabalíes salvajes, ejércitos de cangrejos terrestres que salen al atardecer.

 

La fauna, tanto terrestre como marina es abundante y diversa, contando con 35 especies de aves (dos de ellas endémicas: el zunzuncito y el sijú platanero); 6 de mamíferos (cuatro de ellos introducidos); variedades de peces; quelonios; 11 de reptiles (cinco endémicos); siete de insectos himenópteros; cinco de crustáceos terrestres, entre otros.

 

Cuenta con una estación ecológica para la conservación de las especies autóctonas. Posee un centro de recría de tortugas que devuelven al mar cuando aumenta de talla. Unos kilómetros antes de llegar al poblado, en Cayo Potrero se ha construido un criadero de cocodrilo cubano.

 

Otras especies de la flora está la uva caleta, cedro, guao de costa, guao prieto, almácigo, caoba antillana, palo de caja.

 

Hoy día, el poblado está integrado por muy pocos de aquellos descendientes de caimaneros, ya que han sido absorbidos por la población autóctona. Lo que no queda duda, es que sus costumbres, quedaron muy arraigadas y han supervividos e influenciados entre la sociedad pinera. Dispone de muchas otras comodidades, que los antiguos fundadores jamás pensaron obtener.

 

La población actual dispone de electricidad generada por plantas de diesel, abasto de agua por conductoras (no totalmente restablecidas todas sus acometidas), escuelas pre-escolar y primaria, círculo infantil, panadería, emisora de radio local, bodega, oficina de correo y teléfono, circulo social, consultorio médico de familia con ambulancia, farmacia, estación de radio, servicios comerciales y gastronómicos.

 

Dejaron de construirse viviendas de madera por las de mampostería, que cuentan todas ellas con cocina de gas. Actualmente se trasladan casi a diario en un solo viaje de ida y vuelta en un viejo ómnibus (guagua) hasta la ciudad de Nueva Gerona.

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