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La Demajagua
Don Nicolás Duarte, propietario de toda la Isla, al hacer su testamento el 22 de abril de 1760, dividió en siete hatos para dejar a cada hijo, uno de ellos. Fue así como Joseph Duarte recibió en herencia el hato Santa Bárbara Las Nuevas.
Juan de Tirry y Lacy, en su informe sobre Isla de Pinos en 1798, se refiere a Santa Bárbara como uno de los 24 hatos existentes en aquel entonces, donde vivían 8 personas blancas. Estos fueron los primeros habitantes asentados en aquel lugar, quienes se dedicaron al cuidado de 230 cabezas de ganado vacuno y 140 de cerdos. Ya en 1800 se habla de café y mango en la zona.
Don Juan Costa, a finales del siglo XIX, aparece como propietario de 1700 caballerías de las mejores tierras de este lugar. Vende por 120 mil dólares en 1901, al norteamericano Samuel Pearcy, representante de la Isle of Pines.
En los EE.UU., se desarrolló una inmensa campaña de ventas de tierras en este territorio, que promovió un gran movimiento migratorio de colonos norteamericanos hacia la Isla. Fue así como, desde el inicio del siglo XX, cientos y cientos de aquellos ciudadanos llegaron a esta región, donde comenzaron a levantar poblados a su forma y estilo.
En 1902, llegan los norteamericanos a Santa Bárbara de las Nuevas y se establecen desde entonces, edificando un poblado al estilo nórdico. Contaba con una pequeña población de colonos norteamericanos, que llegaron a poseer el 98% de las tierras cultivables de la zona. Los colonos erigían sus propias nuevas viviendas al estilo de los bungalows, utilizando el pino local. Su arquitectura difería de las de los pineros de aquel entonces.
Las construcciones eran hechas con paredes de madera, machihembradas en distintas maneras, techos cubiertos de zinc o tejas similares, amplias ventanas y puertas revestidas con vidrios, los pisos con maderas bien pulimentados, contaban además con grandes portales, buhardillas y la acostumbrada chimenea del norte de los EE.UU. La mano de obra no especializada para la construcción era pinera; pero para trabajos en las granjas o tareas domésticas, preferían a los caimaneros y jamaicanos porque hablaban inglés.
La población aumentó considerablemente desde 1907. En un censo registrado en 1920 se registraron 403 habitantes, de los cuales 203 eran norteamericanos, 70 caimaneros, 28 jamaicanos, 17 japoneses (50 según testimonio de Kauro), 8 chinos, 25 alemanes, 11 ingleses, 3 canadienses, 3 húngaros, 3 polacos, 3 hondureños, 2 yugoeslavos, 2 irlandeses, 2 Latvia y 1 de los países Suecia, Rusia, Holanda y Portugal, independientemente de la población española. El cosmopolismo entre los residentes en el poblado era notable, muchos de ellos no estaban registrados.
El ciclón ocurrido en 1926 y la crisis económica capitalista de los años 1929-1933, provocaron un descenso de la producción y éxodo de una parte de la población norteamericana. Este ciclón destruyó muchas de las instalaciones construidas y afectó grandemente la agricultura, no solo de la ciudad, si no la de toda la Isla. Fue el peor huracán del siglo, los anteriores de 1907, 1915 y 1917 habían afectados las cosechas y las edificaciones en su paso por la Isla, pero el de 1926, lo destruyó todo.
En las primeras décadas del siglo XX, crearon las condiciones para una vida más estable. Se construye el hotel Santa Bárbara de 40 habitaciones. Las iglesias Adventista del Séptimo Día, Metodista fue construida en 1913 y la católica “Santa Bárbara” en 1924, una escuela (Military Shool en 1918, daba preparación cultural y militar a niños norteamericanos y pineros blancos de 7 a 13 años de edad), oficina de correo y telégrafo, 4 tiendas mixtas, establo, matadero, club social, galería de arte, un bar, club social para los norteamericanos, 2 envasaderos de cítricos, frutas y vegetales, talleres para reparar carruajes, los baños termales del Rosario Spring con fines terapéuticos cerca del poblado, construyeron un cementerio, un puerto ubicado cerca de la playa de Buenavista por donde embarcaban productos con destino a los Estados Unidos, un aeródromo a la entrada del “túnel de matas de gomas” en la entrada de la ciudad, el terraplén que uniría a esta zona con Mc Kinley-Nueva Gerona.
Introdujeron y desarrollaron la agricultura citrícola aplicando tecnologías y alto nivel de mecanización con la asesoría del Departamento de Agricultura de la Florida, El cultivo principal era el de naranjas y toronjas, el total de área cultivada era de 1061 acres, valorado en ese tiempo en $ l 659 800.00. Los productores norteamericanos comercializaron en 1930, 215 000 cajas de toronjas, y en 1931 alcanzó la cifra de 215 000, considerada la mayor exportación de toronjas realizada durante el período neocolonial; independientemente de las naranjas, pimientos, berenjenas, pepinos, piñas y melones.
Para los años finales de 1920 y los primeros del 30, se deprime el mercado estadounidense y en esta época muchos japoneses decidieron marcharse de regreso para Japón. En el año 1934 en la zona de Santa Bárbara, había 50 japoneses dedicados la inmensa mayoría al cultivo del pepino. Después de la II Guerra Mundial se continuaba el cultivo del pepino, pero se amplía la del melón, hortalizas y frutos menores con la característica de una agricultura intensiva con una baja utilización de la mecanización pero con alta eficiencia y eficacia.
Durante la década del 40, el poblado pierde gran parte de su esplendor y comienza a decaer, las fincas que poseían los norteamericanos quedan muy reducidas. Como consecuencia de la Segunda Guerra Mundial comienzan a asentarse en la zona emigrantes japoneses. Estos laboriosos emigrantes juntos con los pineros se dedicaron a trabajar la tierra. En 1945, tenía una población de 1420 personas.
Se construye en 1953 el camino que une a Santa Bárbara con Santa Fe. En 1955 se sustituye el terraplén que une Santa Bárbara-Nueva Gerona por la carretera construida con los presos que existían en la Isla. En ese año el poblado contaba con pocas viviendas, una pequeña escuelita, una bodega, un bar y un correo.
A partir de enero de 1959 se opera un cambio total en la vida social, económica y cultural en la población, y el 11 de diciembre de 1968 se procede el cambio de nombre de Santa Bárbara por el de La Demajagua, en honor al Padre de la Patria.
El único río de la localidad es el Río Cristal de 9 Km. de longitud; nace en el Cerro Cristal y sus aguas son represadas en el embalse de igual nombre, que éste a su vez alivia en la presa (embalse) Medio-Las Nuevas. Esta presa fue construida en 1969 con una capacidad 6.250 MM3. En este río se localiza un manantial (San Rosario Springs) de aguas minero medicinal, cubierto por las aguas de la presa. Hoy en día las aguas de esta presa se aprovechan en el riego de los cultivos, en la pesca comercial y en el abastecimiento de la población.
En 1974 se construyó la Filial Pedagógica Universitaria “Carlos Manuel de Céspedes”, que empezó a funcionar en ese mismo año. La localidad inició con sus profesores y estudiantes de esta filial, una evolución social que requiere una mayor estructura de servicios. También se construyeron otros centros educacionales como la escuela primaria y el círculo infantil.
En 1980 se comenzó la construcción de un nuevo reparto con viviendas individuales y más modernas, después se inició la construcción de edificios de dos y cinco plantas.
La localidad cuenta con centros asistenciales: un policlínico, 4 casas de médico de familia, posta estomatológica y farmacia; centro cultural, servicios de cafetería, restaurante, bodegas, carnicerías, placitas, peluquería, tiendas productos industriales, servicentros, centro comunitarios para teléfonos y correo.
Se celebran los carnavales del Festival de la Toronja, hoy llamada Fiestas Pineras, donde su población disfruta de variadas actividades culturales y recreativas.
Cuenta con una Cooperativa Agrícola (UBPC) radicada en Carlos Baliño y una Granja Ganadera que se extiende desde el río del Medio Las Nuevas hasta la Mina Delita. Esta granja cuenta con 2548 cabezas de ganado, designada para ceba, cría. Su objetivo principal es la producción de carne y leche.